domingo, 4 de septiembre de 2011

frases acerca de los gatos

Me gustaría poder escribir tan misterioso como un gato.” (Edgar Allan Poe).

Hace miles de años, los gatos eran alabados como dioses. Los gatos nunca se han olvidado de eso.” (Anónimo).

"Dios hizo el gato para ofrecer al hombre el placer de acariciar un tigre." (Víctor Hugo).
"Por supuesto que se puede querer más a un gato que a un hombre. De hecho, el hombre es el animal más horrible de la creación." (Brigitte Bardot).
"Cuando los gatos sueñan, adoptan actitudes augustas de esfinges reclinadas contra la soledad, y parecen dormidos con un sueño sin fin; mágicas chispas brotan de sus ancas mullidas y partículas de oro como una fina arena vagamente constelan sus místicas pupilas." (Baudelaire).
"Hablo en español a Dios, en francés a los hombres, en italiano a las mujeres... y en latín a mi gato." (Emperador Carlos).
"Del gato me gusta su temperamento independiente e ingrato, que le impide sentir apego por alguien; la indiferencia con que pasa del salón al tejado." (François René de Chateaubriand).
"El gato vive solo. No necesita sociedad alguna. Sólo obedece cuando quiere, o simula dormir para observar mejor y araña todo cuanto puede arañar." (François René de Chateaubriand).

"Se convierte en compañero de tus horas de soledad, melancolía y pesar. Permanece veladas enteras en tus rodillas, ronroneando satisfecho, feliz por hallarse contigo, y prescinde de la compañía de animales de su propia especie. Los gatos se complacen en el silencio, el orden y la quietud, y ningún lugar les conviene mejor que el escritorio de un hombre de letras. Es una labor muy difícil ganar el afecto de un gato; será tu amigo si siente que eres digno de su amistad, pero no tu esclavo." (Theóphile Gautier).

"Los gatos tienen una absoluta honestidad emocional; los seres humanos, por una razón u otra, pueden ocultar sus sentimientos, pero el gato, no." (Ernest Hemingway).
"Si quieres escribir sobre seres humanos, lo mejor que puedes tener en casa es un gato." (Aldous Huxley).
"El único misterio sobre el gato es saber por qué ha decidido ser un animal doméstico." (C. Mackenzie).
"Los gatos son incomprendidos porque no se dignan explicarse: son enigmáticos únicamente para quien ignora la potencia expresiva del mutismo." (Paul Morand).
"El ideal de la calma es un gato sentado." (Jean Renard).
"El hombre tiene dos medios para refugiarse de las miserias de la vida: la música y los gatos." (Albert Schweitzer) .
"El hombre es civilizado en la medida que comprende a un gato." (George Bernard Shaw).
"No puedes nunca ser dueño de un gato; en el mejor de los casos te permite ser su acompañante." (Harry Swanson).
"Si fuera posible cruzar a un hombre con un gato, mejoraría el hombre, pero se deterioraría el gato." (Mark Twain).
"Mi gato nunca se ríe o se lamenta, siempre está razonando." (Miguel de Unamuno).
"El más pequeño gato es una obra maestra." (Leonardo da Vinci).

EL GATO: Un animal venerado por los sabios, los filósofos, los escritores y los grandes hombres

Sabemos bien que los grandes escritores de la historia, como muchos grandes filósofos tuvieron como mascota a un gato, pero esto ¿a qué se debe? Pues una de las tantas razones la pudo dar Charles Baudelaire, el llamado “Poeta Maldito”, pues le tocó vivir momentos muy difíciles en su existencia y sobre todo de soledad, sin embargo, aunque parezca extraño, él mismo declaró que la compañía de un gato callejero que todas las noches asomaba por su casa, lo salvó – pues precisamente este gato apareció una noche, justo cuando se quería quitar la vida – y desde ahí empezó a dedicarle poemas a los gatos, como bien sabemos (para los que hemos leído) su famoso libro “Las flores del mal”. Baudelaire se inspiró en los gatos para escribir muchos versos. Así como él, otro célebre escritor que podemos recordar es Jorge Luis Borges quien amaba a los gatos, porque veía en ellos elegancia, limpieza y sobre todo compañía. Pero éscribiré sobre ello líneas adelante.
Si los gatos mostraban una buena compañía, será quizás por eso que el celebre artista Jean Cocteau dijo que prefería a los gatos y no a los perros, en una entrevista que le hicieron en Francia y ¿cuál era esa razón?, Cocteau respondió “Bueno, porque sencillamente no existen gatos policías”. En fin, una peculiar respuesta la de Cocteau, pero que muestra a la humanidad (en una estadística general) que si bien es cierto, existen más perros que gatos (actualmente), en la antigüedad NO ERA ASÍ y más bien existían más porcentaje de gatos y no de perros, incluso los grandes emperadores, los grandes reyes, los grandes gobernantes, los grandes escritores, los grandes pensadores (filósofos), etc., tenían de mascota un gato y no un perro.

viernes, 2 de septiembre de 2011

el relato de el libro '' El gato negro''

El gato negro (título original en inglés: The Black Cat) es un cuento de horror del escritor estadounidense Edgar Allan Poe, publicado en el periódico Saturday Evening Post de Filadelfia en su número del 19 de agosto de 1843. La crítica lo considera uno de los más espeluznantes de la historia de la literatura. 


No espero ni pido que nadie crea el extraño aunque simple relato que voy a escribir. Estaría completamente loco si lo esperase, pues mis sentidos rechazan su evidencia. Pero no estoy loco, y sé perfectamente que esto no es un sueño. Mañana voy a morir, y quiero de alguna forma aliviar mi alma. Mi intención inmediata consiste en poner de manifiesto simple y llanamente y sin comentarios una serie de episodios domésticos. Las consecuencias de estos episodios me han aterrorizado, me han torturado y, por fin, me han destruido. Pero no voy a explicarlos. Si para mí han sido horribles, para otros resultarán menos espantosos que barroques. En el futuro, quizá aparezca alguien cuya inteligencia reduzca mis fantasmas a lugares comunes, una inteligencia más tranquila, más lógica y mucho menos excitable que la mía, capaz de ver en las circunstancias que voy a describir con miedo una simple sucesión de causas y efectos naturales.
Una noche en que volvía a casa completamente embriagado, después de una de mis correrías por el centro de la ciudad, me pareció que el gato evitaba mi presencia. Lo agarré y, asustado por mi violencia, me mordió ligeramente en la mano. Al instante se apoderó de mí una furia demoníaca y ya no supe lo que hacía. Fue como si la raíz de mi alma se separaba de un golpe del cuerpo; y una maldad más que diabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser. Saqué del bolsillo del chaleco un cortaplumas, lo abrí mientras seguía sujetando al pobre animal por el pescuezo y deliberadamente le saqué un ojo. Me pongo más rojo que un tomate, siento vergüenza, tiemblo mientras escribo tan reprochable atrocidad.

Yentonces se presentó, para mi derrota final e irrevocable, el espíritu de la PERVERSIDAD. La filosofía no tiene en cuenta a este espíritu. Sin embargo, estoy tan seguro de que mi alma existe como de que la perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano... una de las facultades primarias indivisibles, uno de los sentimientos que dirigen el carácter del hombre. ¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo cien veces en los momentos en que cometía una acción estúpida o malvada por la simple razón de que no debía cometerla? ¿No hay en nosotros una tendencia permanente, que nos enfrenta con el sentido común, a transgredir lo que constituye la Ley por el simple hecho de serlo (existir)? Este espíritu de perversidad se presentó, como he dicho, en mi caída final. Y ese insondable anhelo que tenía el alma de vejarse a sí misma, de violentar su naturaleza, de hacer el mal por el mal mismo, me empujó a continuar y finalmente a consumar el suplicio que había infligido al inocente animal. Una mañana, a sangre fría, le pasé un lazo por el pescuezo y lo ahorqué en la rama de un árbol, lo ahorqué mientras las lágrimas me brotaban de los ojos y el más amargo remordimiento me retorcía el corazón; lo ahorqué porque recordaba que me había querido y porque estaba seguro de que no me había dado motivos para matarlo; lo ahorqué porque sabía que, al hacerlo, cometía un pecado, un pecado mortal que pondría en peligro mi alma hasta llevarla- si esto
fuera posible- más allá del alcance de la infinita misericordia del dios más misericordioso y más terrible.

Bienvenida

hoola, bienvenid@(s) a mi blog ''El gato negro''